¿Alguna vez te has preguntado cómo es que puedes pasar todo el día pensando en ésa persona especial? Yo no soy una persona muy ocupada, tan solo soy una adolescente más en busca de una felicidad subjetiva e inocente en un mundo paralelo a todo lo que necesito.
Yo, soy Elizabeth Pacheco; una chica de 16 años de edad en busca del verdadero amor, en busca de un príncipe que jamás existirá; o, al menos, eso es lo que yo pensaba…
Bien, a mi edad es muy extraño que alguien diga un ‘te amo’ de corazón y no sin antes haber tenido cualquier tipo de contacto sexual o como quieras llamarle. También dicen que a ésta edad el amor jamás aparecerá, sólo sería un tipo de enfrentamiento hacia lo que en verdad es.
Muchos de nosotros somos juzgados por tener una relación seria y pensar a futuro con tu pareja. Yo no comprendo por qué lo hacen, bueno, yo digo que el verdadero amor se encuentra a esta edad; ¿por qué? Simplemente porque hay una entrega total y pura de sentimientos, no hay intereses más allá de pasarla bien y estar con la persona que tú quieres. En cambio, cuando una persona crece comienza a ver las cosas de manera distinta; y el amor que busca ya no es porque esa persona sea lo que le gusta, lo que le atrae; sino, busca más allá el crecimiento de sí mismo. ¿Qué me refiero con esto? Por ejemplo, cuando tienes tu primera pareja, la pasas bien por un rato y tal vez luego le vas encontrando defectos y defectos … cuando decides estar con otra pareja, la buscas sin esos ‘defectos’, que al principio eran perfectos en la otra persona, y así consecutivamente hasta encontrar algo parecido a la perfección, mas no al amor.
En realidad no todos somos así, todavía existimos personas que buscan sólo la felicidad por sobre cada defecto. Y lo puedo decir por experiencia, yo busco el amor, no busco la perfección de él. Pero, ése no es el tema.
Yo quería llegar a ésta parte: ¿Qué pasa cuando encuentras ése ‘verdadero amor’, a ésta edad, y se aparta de ti? Es decir, ¿qué pasa cuando estás seguro de estar en el lugar correcto, con la persona indicada, y de repente todo se esfuma? Yo, sinceramente no sé y todavía no encuentro respuesta. Podría formular hipótesis, pero sólo quedaría en teoría…
Si alguien se te clava en el corazón, ¿Cómo lo sacas de ahí?. Si tú solamente aprendiste a amarlo a cada segundo que pasaste a su lado y jamás aprendiste a cómo olvidarlo. Aprendiste a extrañar, aprendiste a querer, aprendiste a amar, aprendiste a entregar y a crecer, a soñar, a volar y a pensar con él.
Sé que no debo sentirme mal o triste, pues hay muchísimas personas como yo o tal vez en situaciones peores; pero, aún así, es difícil vivir sin esa persona; aquella que se llevó tu corazón, tu alma, tu todo…
La vida debería regalarnos 2 oportunidades, una para cometer errores y aprender y otra para remediarlos. No sé si sea la única persona que quiera regresar el tiempo, para decir unas últimas palabras y quedar con la conciencia bien, ésas últimas palabras serían: ‘Yo te amé, te amo y te amaré, ayer, hoy y siempre. A pesar de lo que tú quieras, pienses y pase, eso no cambiará, mi amor. Yo te esperaré’. Sé que esas palabras harían de mi presente, un presente mejor y tal vez con el amor de mi vida a mi lado. Sé que no debo pensar cosas que ya no pasarán, pero soñar no cuesta nada.
Si, así soy yo. Elizabeth, Ely, Liz, La pequeña Ely, que jamás parece estar triste; pero que en el fondo está más que destrozada, por una persona que jamás olvidará; y redactando la historia de ésta su princesa y su sentir…
Al principio, buscaba un príncipe azul. Tal y como lo pintan en los cuentos de princesas, ojos azules, fuerte, amoroso, tierno y cariñoso; entregado totalmente en el amor, llevándole un centenar de rosas a su amada, a veces en secreto, a veces en público; dándole cartas de amor, expresando todos y cada uno de sus sentimientos; un príncipe, un hombre perfecto, junto con un final feliz; pero, siempre existe un dragón en el castillo, uno que jamás deja que sea fácil el encuentro de amor. Aunque siempre el príncipe termina venciéndolo y se queda con la princesa, con esa bella doncella de sus sueños.
Y bien, ni el príncipe, ni el final feliz existen, y lo he aprendido con el paso del tiempo. Por eso he decidido hacer la imagen de mi propio príncipe: Atento, amable, cariñoso, expresivo. No necesito un centenar de rosas, ni un ciento de cartas con sus sentimientos plasmados. Ni necesito que todo el mundo sepa de nuestro amor, con que él y yo sepamos es más que suficiente. Y mi final feliz: simplemente, con él.
Pensando lo bien, ¿A quién engaño? Ése príncipe mío si existe; pero jamás sería mío, otra vez. Yo ya estuve en sus brazos y me regocijé en ellos, pero no volveré a hacerlo y no porque yo no quiera; sino porque él ha marchado en busca de otra doncella, en busca de su verdadero amor. Si; mi verdadero amor está en busca de su verdadero amor. Y por lo tanto, mi final feliz también se ha arruinado… ¡Qué estupidez!
Pero la magia de éste amor, siempre tan puro, trazó en el camino del príncipe una infinidad de retornos; para que alguna vez, aunque sea por equivocación, tome un retorno y regrese por mí, por mi amor verdadero y cumplamos juntos ése final feliz que fue trazado para nosotros.
Aunque, para ser sinceros, los príncipes jamás vuelven por una doncella que ya fue rescatada, aunque se encuentre en peligro de nuevo.
Fue ahí cuando voltee a mi alrededor y me di cuenta que yo era mi propio dragón, jamás podría ser libre sin antes haberme librado de ese maldito y estúpido dragón. Mi barrera para alcanzar la felicidad: Yo.
Y así volví a recostarme en aquella cama, en espera de que otro príncipe apareciera. Sin embargo; sé que por mi reino se ha expandido la noticia de que existe un dragón maligno dentro del castillo, de ésta noble princesa, que jamás dejará que un príncipe la salve; ya todos los príncipes y valientes caballeros han desaparecido y se han ido por otra vereda para rescatar a otras princesas.
Aún así seguiré recostada, esperando mi última oportunidad. Aquella que la vida me debería dar. Y aún sabiendo que no la merezco, lo intentaré sin esperar otra nueva ilusión; abriéndome paso hacia un nuevo príncipe valiente y aventurero que esté igual de destrozado que yo, y que sea tan estúpido, semejante a mí, que desee adentrarse al castillo en busca de mi, de una noble princesa. Esperaré tu regreso, mi hermoso príncipe. Porque aunque tú no estés como yo, somos almas gemelas; alguna vez me lo dijiste y prometiste el estar a mi lado siempre, entonces, esperaré a que cumplas ésa última promesa.
Y, así es como contesto la pregunta realizada al inicio: Yo pienso en ti porque tú y yo somos uno. No puedo pensar en ti, sin pensar en mi dolor. Pienso en ti y mi felicidad vuelve. ¿A qué me refiero? Tú eres mi amor verdadero, mi dolor eterno; mi felices para siempre…
Todos dicen que ya no te quiero, es mentira verdad.